30 octubre 2008

Homilía Domingo 3º Adviento -A-

Seguimos experimentando una espera, vivimos en espera, pero ¿esperando qué?

+Esperando una reunión familiar, esperando una cena suculenta, esperando el mejor de los regalos, esperando que me toque la loteria, esperando que no llegue la cuesta de enero...

+Esperamos que se haga realidad el sueño del Bautista que es en sí el sueño de la humanidad...

- Que los ciegos vean (hay cegueras que se han de curar como son: la incredulidad, la indiferencia, el vivir al día....

- Que los inválidos anden (hay personas impedidas por el desánimo, la droga, el abandono, la falta de horizonte futuro...).

- Que los sordos oigan (el creyente mediocre, el político corrupto... el vividor despreocupado de todo).


Y todo esto conseguido y llevado a cabo provocará unos efectos que sin duda son dos:


LA ALEGRÍA y LA FORTALEZA

que sin duda no son palabras huecas sino palabras que se han de manifestar en hechos concretos... porque no nos podemos conformar con la alegría exterior y pasajera de una copa de champán o un carrito lleno de compras, sino la alegría profunda de sentirnos acompañados, queridos, fortalecidos y salvados por Dios...

Este es el sentido que tiene este tercer domingo de Adviento (Gaudete, de la Alegría).

Esperamos alegres y manifestamos nuestra alegría con nuestro compromiso especialmente a los más necesitados para que el sueño de Dios se haga realidad en el mundo...

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